El Fracaso Humano del Éxito Económico

 

En Gran Bretaña, tanto como en Costa Rica (mis dos países por nacimiento y matrimonio, respectivamente) el país retumba con las amenazas de ‘crisis fiscal’. Se dice que el enfoque del problema es el déficit. En el año 2010 el gobierno Británico, respaldado por economistas prominentes, nos destacó que estábamos en el borde de la bancarrota. Hicieron comparaciones con Grecia, que sí estaba bailando con la quiebra fiscal (provocada por el Fondo Monetario Internacional ). Entramos en una parálisis, una especie de congelación de la preocupación en donde aceptamos cualquier política que, aparentemente, la ‘crisis’ exigió.

Paradójicamente, la crisis llegó a ser el estatus quo. Grecia sigue a flote, y Gran Bretaña también, aunque se está empobreciendo cada año más, bajo el régimen de tratamiento que confeccionaron para evitar el colapso – austeridad, recortes a los presupuestos públicos, el desmantelamiento del Estado de Bienestar, centralización de poder y privatización.

Cual fue la base del pánico? El déficit fiscal alcanzó el 3.4% del PIB; la deuda nacional había llegado a 65% del PIB. El sector público había estado creciendo cada año, mientras el sector banquero estaba en proceso de recibir hasta £120bn ($160bn) de dinero público – supuestamente para consolidar los fundamentos de la economía frágil debido al choque de 2008. “Alguien tendría que cancelar los £120bn!” fue el grito en el parlamento, tanto de la derecha como del centro izquierda. Rápido se evidenció que los que iban a llevar el mayor peso eran los que recibían beneficios sociales – los pobres, los vulnerables y el sector público (la docencia, la policía, trabajadores sociales, enfermeras, etc.). A las Municipalidades se les recortó hasta el 50%; al sistema escolar, el 10%; al servicio nacional de salud, el 10%; hubo una reducción de £20bn ($26bn) en protección social… y la historia sigue.

Bueno – un control de la realidad. En el año 2013 publicamos – Barry Kushner y yo – un libro (que entró en la lista corta para el premio nacional Pan y Rosas) que se llama “Who Needs the Cuts: Myths of Economic Crisis”. En este texto indagamos lo que aportaban una serie de ganadores del Premio Nobel en Economía – Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Christopher Pissarides. Durante los años de Thatcher – en Gran Bretaña – el déficit fiscal subió hasta 5.3% del PIB sin ningún comentario; el Tratado de Maastricht (la U.E.) propuso un límite aceptable de 60% para la deuda nacional; aparte del monto del déficit y de la deuda, la sostenibilidad de ambos estaba facilitado por la régimen más bajo de tipo de interés en la historia del país. Aún más – a través de los 20 años después de la segunda guerra mundial, la deuda nacional nunca cayó debajo del 200% PIB – y logramos en construir el servicio nacional de salud, elaboramos una red de autopistas, reconstruimos ciudades destruidas por la guerra, dimos luz a una nueva ola de universidades…y más.

La diferencia entre esa época y la presente es que la política fiscal en las décadas 1950/1960 cayó bajo el paraguas teórico de John Maynard Keynes, mientras hoy en día caímos en el abrazo de monetarismo – o sea, las teorías de Friedrich Hayek y Milton Freedman. Keynes abogaba por el aflojamiento de recursos fiscales durante fases de recesión y presión monetaria (el multiplicador monetario garantizaría estimulación, actividad económica y crecimiento, los cuales alimentarían ingresos a hacienda); Hayek teorizaba que el gasto público era inflacionista (el sector público cuesta, pero no produce) y que el crecimiento dependía en dos trámites ligados: reducción del sector público, junto con inversión privada.

El cambio de Keynes a Hayek resultó de una elección entre dos opciones ideológicas. En nuestro libro analizamos el uso del narrativo de ‘crisis’ para legitimar y erosionar los valores públicos (no tan lejos de la teoría –‘shock doctrine’ – de Naomi Klein). Al final, son los gobiernos los que entienden bien que la ‘ciencia’ económica es y, desde Adam Smith y Jeremy Bentham siempre ha sido, el artesano de la filosofía moral. Estamos equivocados en pensar que empezamos con un análisis económico, y que eso nos dicta una visión de nuestra sociedad. No. Hay que pensar primero en qué tipo de sociedad es la que deseamos – las configuraciones de la justicia social – y después, exigir a los economistas diseñar los procedimientos que permitirán obtenerlas. No había, ni actualmente hay, ninguna crisis fiscal en Gran Bretaña. Sí que hay una crisis política, ideológica, democrática, y actualmente eso forma la base de un discurso acalorado, y un culatazo tanto a la austeridad como a la privatización.

¿Qué es lo que tiene que ver todo esto con la situación actual en Costa Rica? Cuando se habla de ‘apretar la faja’, de la inevitabilidad de ‘sacrificios’, y de que ‘estamos todos juntos en esta situación’, todo esto tiene eco con la experiencia de Gran Bretaña – aunque al nivel retórico. La situación económica es distinta. La renta más alta en GB es de 45%, en Costa Rica es de 15%; el ingreso bruto al gobierno en GB está entre 35% y 38% del PIB – acá en Costa Rica, alrededor de 22%; en GB solo los más ricos pueden evitar impuestos, mientras aquí hasta los profesionales lo hacen. Seguramente, la base de valor de tierra y propiedades en GB es extensiva y fuerte y se convirtió en algo independiente de la cultura monetaria por la fuerza de la libra esterlina, mientras CR está sometida en la cultura del dólar y rehén a las fortunas de la economía de los EE.UU.

¿Hay una crisis fiscal en Costa Rica? ¿O hay un contexto normal en el cual sucede un juego volátil entre fenómenos ventajosos y otros amenazantes? ¿Cómo se escoge entre un ‘Keynes’ y un ‘Hayek’ (o sus equivalentes) – y quién tendría el derecho de escoger? ¿Qué es lo que significa ‘sostenibilidad fiscal’ y cuáles son sus elementos? ¿Cuál es la interacción dinámica entre soluciones económicas y la democracia?

Yo no tengo ni el derecho ni dominio sobre la información para decir qué es y qué no es una ‘crisis’, un ‘mito económico’. No ofrezco aportes ni importes desde Gran Bretaña. Pero lo que sí me da confianza en escribir esta reflexión es que en GB llegamos a esas preguntas muy tarde en el proceso del cambio social – y la dilación en no responder a esas preguntas nos costó mucho en términos de daño humano.

Mientras escribo este artículo, se anuncia que GB ha logrado en cancelar el déficit estructual. En El Guardian, Ann Pettifor (New Economics Foundation) escribió el siguiente: “Se permitió caer la inversión neto público desde un £60bn ($80bn) en 2010 a un £35bn ($45bn) en 2016. Causó sufrimiento intenso tanto a empresas pequeñas como a las grandes, muchas de las cuales resultaron – y siguen resultando – bancarrotas, despidiendo a sus empleados. Además, la insistencia en llevar a equilibrio el presupuesto corriente ha lastimado a millones de individuos inocentes de la culpabilidad de la crisis…El impacto del nivelar el presupuesto ha afectado con más severidad a las mujeres y a las categorías económicas más bajas.” La cantidad de bancarrotas en el país está a 99,196 (2017) – el más alto desde 2008.

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